sábado, 31 de enero de 2015

Leonardo da Vinci

Resulta difícil evaluar la importancia de Leonardo da Vinci en la historia de la filosofía y especialmente, de la filosofía científica; la ausencia de textos finalizados y formalmente filosóficos no nos proporciona una estructura fiable y clara de su pensamiento que nos permita clasificarlo o compararlo con la filosofía de otros autores. Sin embargo, en esta entrada destacaré algunas de sus ideas acerca de la naturaleza y el método científico.

El artista no se formó en la escuela, sino en el taller del Verrochio; lugar que poseía una doble función: taller artesanal y escuela de técnica. Por lo tanto, nunca recibió una educación verdaderamente teórica. En un marco medieval en el que el pensamiento sitúa indistintamente al hombre y a la naturaleza como creaciones de Dios, se presenta al primero como un ser no natural que mediante el pecado, introduce el mal en el mundo (puesto que la naturaleza por sí misma no puede ser mala). Destacan, pues, las ideas de Da Vinci que exaltan y dignifican la figura del hombre, influenciadas por el pensamiento de la Academia Platónica.

Contrario a la visión medieval que dividía el mundo entre lo natural y lo humano, Leonardo mantiene una postura en la que “Il mondo maggiore” es similar al “mondo minore”, puesto que ambos se componen de agua, aire, tierra y fuego.  
“La Tierra tiene alma vegetativa ya que su carne es la tierra, sus huesos son las piedras, su sangre es el agua..."
Esta concepción de la Tierra como un ser es la misma que encontramos en el Timeo de Platón, aunque un elemento la distingue del resto de ideas antropomórficas contemporáneas al artista: la teleologia.
"La naturaleza ha ordenado que el ojo del hombre por sí mismo se cierre, de manera que, de lo contrario, mirando durante el sueño, no sea herido por alguna cosa."
Fragmento del estudio sobre el pie humano realizado por da Vinci
Según esta afirmación, Leonardo poseía una visión de la naturaleza como un ser providente. La misma visión se puede encontrar hoy en día en textos de carácter científico, en los que se refleja cómo el desarrollo de cierto órgano de la anatomía de una especie determinada responde a la necesidad de sobrevivir de dicha especie. Por lo tanto, se puede decir que el principio de razonamiento de Leonardo da Vinci se basaba en la funcionalidad: el mundo funciona como una máquina y de esta forma, entender el por qué de algo es entender su utilidad. Esta idea sirve para explicar la presencia y la ausencia de las cosas que nos rodean, planteamientos que terminarán por derivar hacia la divinización del hombre y la humanización de la naturaleza que servirán de base al pensamiento de filósofos como Spinoza. 

Adentrándose en el terreno epistemológico, el artista niega que mediante la experiencia sea posible conocer o demostrar el concepto de alma o el de vida. Como alternativa a abstracciones vagas propone una "cognizione integrale" obtenida por medio de los sentidos: solo a partir de ellos se puede llegar a conocer. Al igual que ocurre con el empirismo aristotélico, para Leonardo la experiencia es la base de toda certeza, pues las verdades que no han pasado por los sentidos son engendradas de pobreza de ingenio y por tanto, vanas y dañinas. De acuerdo con esta idea, no es de extrañar que cualquier ciencia que no nazca de los sentidos o la experiencia le parezca a Da Vinci vana y errónea. La experiencia es, metodológicamente, el principio de nuestro conocimiento; pero ontológicamente es tan sólo la manifestación de una realidad subyacente a la que la experiencia se subordina. De esta forma, ciencias puras y ciencias aplicadas forman un sólido círculo unitario: primero experiencia, luego razón. Es decir: primero la práctica y luego, la teoría.

La filosofía de Leonardo da Vinci se basa, pues, en la naturaleza y en la ciencia. Su personalidad perfeccionista, unida a su realismo en la pintura y a su voluntad de conocer lo que le rodea antes de reproducirlo en sus obras llevó al artista a realizar un ataque frontal al dogmatismo y a reivindicar la importancia de la experiencia y la práctica frente a la simple teoría enseñada en las escuelas. 

viernes, 2 de enero de 2015

Cuestión de cinismo

Cuando actualmente se habla de "cinismo", se suele hacer referencia a actitudes desvergonzadas a la hora de mentir o de defender acciones ciertamente reprochables. En este sentido, el término se acerca a lo que en su día defendieron los llamados "cínicos", filósofos de la Antigua Grecia que vivieron durante la segunda mitad del siglo IV a.C. y cuyos rasgos más característicos fueron:

  • La adiaforía o indiferencia
  •  La anaideia o desvergüenza
  • La parresía o franqueza

La palabra "cínico" proviene del griego κύων (kyon), perro; debido al extravagante y frugal estilo de vida de aquellos que pertenecían a esta escuela. Los cínicos rehuían de la vida civilizada considerándola un mal, y buscaban la felicidad en una vida sencilla y acorde con la naturaleza. Esto se debía a que, según esta corriente filosófica, el bien se encontraba dentro de los propios humanos así como los elementos que le proporcionarían la felicidad; lo único que los hombres debían lograr era la sabiduría y la libertad espiritual que les conduciría hasta ella. De esta forma, se despreciaba cualquier preocupación de tipo material dado que cuantas menos necesidades tuviese, el hombre era más libre y más feliz.

Desde mi punto de vista, la actitud de los cínicos hacia la felicidad no iba del todo desencaminada. Si bien es cierto que un mínimo nivel económico es necesario para satisfacer nuestras necesidades vitales, la mayoría de posesiones materiales que deseamos a lo largo de nuestras vidas tan solo nos aportarán placer durante un tiempo limitado, puesto que terminaremos por hallar un nuevo bien que creeremos necesitar aún más que el anterior y así sucesivamente. De este modo, tan solo podremos encontrar la verdadera felicidad si ahondamos en los aspectos inmateriales de nuestra vida, como pueden ser nuestras relaciones con aquellos que nos rodean o nuestra salud. No estoy de acuerdo, por lo tanto, con la afirmación de que la vida orientada a la naturaleza es mejor que la orientada a la civilización: es la relación entre seres humanos la que proporciona en muchos casos la felicidad al individuo, pese a los problemas puntuales que pueda desencadenar (rupturas de pareja, discusiones entre amigos o familiares) o los conflictos derivados de la creación de estructuras sociales complejas (pérdida de trabajo, deudas, corrupción). Para mí, la felicidad consiste en conformarse con lo que uno tiene y afrontar con actitud positiva los problemas a los que nos vemos sometidos durante nuestra vida dentro de una sociedad.

Pese a lo contradictorio que pueda resultar teniendo en cuenta el sentido que ha tomado la palabra "cinismo" hoy en día, creo que nuestra sociedad debe cambiar hacia una actitud más acorde con aquella de los cínicos de la Antigua Grecia. En un mundo dominado por el capitalismo y la globalización, los individuos nos mostramos cada vez más apegados a lo material y descuidamos nuestra atención sobre los aspectos inmateriales que nos rodean. No vendría mal un cambio hacia un estilo de vida orientado a estos aspectos, que nos permitiese disfrutar de todas las experiencias que tengamos la oportunidad de vivir. Y aunque quizás algunas no sean del todo positivas, podremos aprender de ellas de igual forma: al fin y al cabo, es la sabiduría la que, según los antiguos cínicos, nos conducirá hasta la felicidad.